La aguja
«Miso» acude a nosotros de urgencia porque se ha tragado una aguja, según nos cuentan sus dueños. Cuando vamos a explorarlo, no se deja manipular e intenta atacarnos, seguramente por el dolor que en esos momentos padece.
Decidimos sedarlo para poder examinarlo, y enseguida encontramos la aguja, hilo incluido, clavada en la lengua y en el paladar.
Extrajimos la aguja, y curamos sus heridas.
Imagen tras la extracción:
Tras quedar unas horas con nosotros, pudo marchar a casa a recuperarse del susto. Él y sus dueños.
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